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  • Foto del escritorAdriana Alejandra Alarcón Barajas

Siliconismo como una nueva forma de hacer política

Actualizado: 15 nov 2021

Por Adriana Alarcón (Publicación para MakerZone)


La propiedad intelectual en los espacios virtuales representa a la frontera entre lo que sucede dentro y fuera del mercado, no desaparece, porque el tiempo de la vida se reduce a la influencia del cálculo económico y de valor, y esto repercute a escala global, porque hay una tendencia de convertir cada idea en algo de consumo. Estas relaciones se dan exclusivamente de un modo financiero.


Es aquí donde Silicon Valley participó desde el origen en el desarrollo del cálculo automatizado y hoy aún cuenta con una amplia ventaja en el campo ya que comprendió que la economía del presente y del futuro, consiste en el acompañamiento algorítmico de la vida, para ofrecer en todo momento el mejor de los mundos posibles. Asimismo, es ahí donde se concentran más de seis mil empresas del sector tecnológico de las cuales un gran número goza de un importante prestigio como Apple, Google, Netflix, etc. Las cuales ocuparon inmediatamente una posición monopólica dentro del mercado global.


Sin embargo, es necesario entender el papel que juega éste dentro del mundo geopolítico, en eventos transhistóricos. Es a partir del ideario de Eric Sadín sobre la silicolonización del mundo, que se desarrolla esta idea, como ejemplo está la crisis financiera de 2008 causada por las hipotecas subprime, como detonante de consecuencias descomunales, no se trata de un fenómeno aislado, sino que se da en un contexto global en el que se suman otras catástrofes ya tangibles. A su vez, establece que:

“Las deudas de los estados, el desempleo masivo, el costo de vida, las desigualdades salariales y la precariedad provocan una inestabilidad que erosiona la base común de la existencia y vuelven frágiles los lazos sociales.”

Lo anterior, se entrelaza con el concepto del capitalismo de plataformas desarrollado por Nick Srnicek, profesor de Economía Digital en el Departamento de Humanidades Digitales, King's College London, el cual busca más el proporcionar un servicio, y no importa tanto quién lo brinda. Asimismo, ante estos constantes cambios después de una crisis, es entonces que se aprovechan como resultado del sistema de esta necesidad económica, en el caso de países que ya no tienen pensiones, optan por una vía sin prestaciones laborales. Lo que más importa o vende es la inteligencia y la creatividad, como capital humano, ya que los conocimientos son fundamentalmente diferentes de los saberes y de la inteligencia, es decir, el cognitariado.



Por ende, el conocimiento es la principal fuerza productiva, sin embargo, es debido a esto que la precariedad de la gente trabajadora va a ir creciendo por la automatización, y las repercusiones sin empleo seguirán haciéndose más profundas y largas en especial a empleos que comiencen a automatizarse, el temor por ser sustituido por una máquina. Y cuando hablamos de las clases de barrios pobres, se verán exacerbadas por una especie de desindustrialización pura. Es decir, la marginalidad urbana en las economías desarrolladas va a ir en aumento, mal pagados, convirtiéndose en una plataforma austera.


Y ante estas falsas nociones de progreso y desarrollo económico basados en la tecnología, es que se ve inmerso el tecnoliberalismo, donde se hace una mercantilización integral de la vida del hombre, innovación dictada por una ventaja económica, y esto se ve fortalecido por los grandes hábitos consumistas, donde se prioriza la preocupación por el confort antes del imperativo ético.

Es aquí donde surge el problema, ya que la dependencia tecnológica es tan grande, que ya existe un acompañamiento algorítmico continuo, y la visión del mundo está basada en que, ante la deficiencia humana fundamental, es decir, que la inteligencia artificial nos salvará. Y ahora la inteligencia artificial tiene mayor potencia política que una misma persona.


Por tanto, se habla de un nihilismo tecnológico o antihumanismo radical, y de la gran falacia que existe en torno al libre albedrío, porque el algoritmo ahora decide por nosotros. Los casos más significativos son las dos últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos; las de 2015 y 2020, donde las redes sociales no solo fueron clave en torno a la publicidad, sino que las mismas se encargaron de determinar qué es verdad y qué no, además de que en la última los dueños de grandes redes sociales como Twitter y Facebook, vetaron los perfiles de Donald Trump. Bien lo dice Thomas Kuhn:

"La innovación digital debilita la posibilidad de acción política."
 

Fuentes:


Kuhn, T. (1971). La Estructura de las Revoluciones Científicas. Recuperado en: https://materiainvestigacion.files.wordpress.com/2016/05/kuhn1971.pdf


Sadín, E. (2018). La silicolonización del mundo. La irresistible expansión del liberalismo digital. Caja Negra Editora.



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